

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Hasta 44 personas «con nombre y apellido» mueren en 'Nada bueno germina' (Destino), novela con la que César Pérez Gellida (Valladolid, 1974) se pasa del 'trhiller' rural al cosmopolita. «Y seguiré matando todo lo que me permita la ley», dice con una maliciosa sonrisa el escritor en el corazón de su ciudad natal. Hasta allí ha conducido a Antonia Monterroso y Sebastián Costa, unos 'Bonnie and Clyde' ibéricos que riegan de sangre las yermas tierras castellanas, andaluzas y extremeñas.
La pareja pone fin en Valladolid al violento periplo que iniciaron en Extremadura con 'En tierra seca', novela ganadora del Premio Nadal y germen de unos personajes unidos por el deseo y condenados por su destino. Discurría en el ámbito rural y 'Nada bueno germina', su continuación con un efectivo juego de palabras, da un giro cosmopolita para recalar en la efervescente Valladolid de 1918.
Pérez Gellida ha vendido más de 50.000 ejemplares de 'En tierra seca' y sus ufanos editores lanzan 40.000 de su continuación, una novela «ni costumbrista ni histórica». Narra la huida hacia adelante de unos truculentos atracadores que dejan un caudaloso reguero de sangre por media España en su viaje desde Zafra (Badajoz) por Jaén, Córdoba y Ciudad Real, hasta llegar a Valladolid, pasando por un Madrid en víspera de los felices años XX y tras la quimera de un futuro al otro lado del Atlántico.
«Sebastián Costa es un monstruo con el que se puede empatizar y Antonia Monterroso, 'la viuda', el motor de todo», acota el creador de esta «emocional y afianzada» pareja a la fuga, un veterano de guerra convertido en atracador y una peligrosa «pantera» marcada por la ambición y el instinto de supervivencia.
Elige el primer cuarto del siglo XX, «una época muy poco manida, con un desastre económico tras la pérdida de las colonias y la debacle de la gripe española que contribuye a crear ese ambiente hostil que genera el comportamiento hostil de los protagonistas».
«En el 'thriller es una obligación engañar e incomodar al lector, y es lo que hago», justifica una trama llena de trampas y giros. «Traduzco en palabras lo que veo en mi cabeza, que es el proceso inverso en el que hace el lector», dice un narrador 'tarantinesco' que describe como la masa encefálica salpica muebles y paredes y se crean nubes de sangre cuando un balazo atraviesa un cráneo.
«Cuanto más avanzaba más me olía el teclado a óxido y era por la sangre», agrega reconociendo que es su novela «más cruenta». La escribió «sin tirar del freno de mano» que sí usó «de forma inconsciente para dosificar la violencia» con la novela ganadora del Nadal, «un trampolín que me abrió muchas puertas a nuevos lectores».
Tras casi medio centenar de cruentas muertes, el final está a la sangrienta altura que aguarda el lector. «No esperen finales felices», dice Gellida repitiendo que matará de palabra, sin remilgos ni complejos «todo lo que me permita la ley, como el buen asesino metódico y al que no le gustaría ser encontrado».
«Una novela negra sin investigación criminal pierde el sabor, como una paella sin azafrán», dice Pérez Gellida, que utiliza una parte infinitesimal de lo mucho que indaga para sus libros. Esta vez recurre a personajes reales como el comisario Ramón Fernández-Luna (1867-1929), el Sherlock Holmes español, que creó la primera agencia de detectives en una España cazurra, o de la aviadora y espía Marthe Richard (1889-1992), «una Mata Hari francesa que se acostaba con sus víctimas en el recién inaugurado Hotel Ritz en Madrid». «Dar con ellos fue un golpe de suerte. Lo cambió todo. Generó un registro diferente y una novela distinta», se felicita.
También son reales los escenarios vallisoletanos donde presentó la novela: el Campo Grande, el Café del Norte, la Plaza Mayor, o el ecléctico y modernista Círculo del Recreo, epicentro del poder de la capital castellana bautizado hace un siglo como 'La pecera' por la cantidad de peces gordos que 'nadaban' por sus salones donde quieren 'pescar' los protagonistas.
«Se mata mejor en casa que fuera» dice Pére Gellida feliz por haber arrimado el ascua de narrador a su tierra castellana. «El gran depredador no sale nunca de su hábitat. Tenía la necesidad de volver a mi territorio y no podía recorrer media España sin acabar en Valladolid», dice un «pistolero de la palabra» que ha escudriñado añosos ejemplares de El Norte de Castilla, diario fundado en 1854 para recrear la época.
«Jamás planifico nada y me dejo llevar por la intuición», dice el guionista y autor de quince novelas que dio el pelotazo televisivo con 'Memento mori', serie basada en la trilogía 'Versos, canciones y trocitos de carne'. Ya baraja ofertas para llevar a la pantalla la última entrega de este díptico para la que se abstendrá de sugerir actores. «Jon González fue el único actor que impugné para 'Memento Mori'», dice muerto de risa, ya que fue este el protagonista de la exitosa ficción.
Reconoce Pérez Gellida que sus personajes le «susurran» y que les da «cierta libertad» pero «si alguno se subleva no tengo empacho en matarlo». «Las riendas las llevo yo». dice rotundo este atleta de la intriga que comienza sus jornadas de escritura a las cinco de la madrugada. Lo hace siempre confortado por el runrún de un secador de pelo encendido que le ayuda a concentrarse. «Los compro de tres en tres en y los llevo al punto limpio de seis en seis cuando ya se han fundido», explica alguien que comenzó a escribir para combatir el insomnio.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.