El fotógrafo constructor de sombras
Miguel Ángel Blanco
Periodista, historiador, escritor
Domingo, 8 de junio 2025, 23:01
Hay instantes decisivos que pueden encontrarse a través de espejos, de miradas refugiadas en la intuición o desde la imaginación, multitud de formas para los ... simbolismos. Y detrás, van compareciendo las imágenes, sin que haya una decidida proposición del autor de las miradas. Y sobre todo, desde una actitud distraída, absorto, en silencio. Y así van surgiendo imágenes. Es lo que ha formalizado el fotógrafo Javier Blanco (Badajoz, 1957) con su obra 'Un día en la inopia' (Veray Ediciones, Almería, 2025). El libro se presentó en el Pub El Zaguán, con la intervención del poeta López Bretones. Y ahora tiene pendiente el itinerario por librerías.
Son más de 50 imágenes. La primera sombra surge porque está la persiana bajada, cerca del cabecero de una cama y de la oscuridad de una pared. Se escapa el sol de medianoche configurando encuentros de blancos y negros. Otra imagen es una silueta humana oscurecida, que mantiene parcialmente agachada la cabeza en un cuarto oscuro. De esta manera van surgiendo las distintas sombras que construye el fotógrafo.
Hay una explicación para el título del libro de sus imágenes. Esta inopia va más allá de la distracción frente a una realidad inexplicable que nos interpela. En este sentido el fotógrafo confiesa que «considero así la inopia como un territorio-mirador al que accedemos de manera casi involuntaria, solo por instinto…».
Para Javier Blanco, «la inopia aparece en la infancia, como la ilusión y el miedo». Es un pensamiento que da sentido a la simbología de unas imágenes que trascienden fuera del concepto de la información. Nada que ver con la foto documental o el fotoperiodismo.
Aparecen sombras en curvas, refugiadas también tras cristales, como orientación de lo que pueda sentir el lector de imágenes. Son firmes las patas de una silla, los rostros camuflados o la insinuación de una guitarra, la subida de unos escalones y las piernas de quien está esperando. Una mosca en un cristal puede abrir el espacio a un universo cotidiano. Al igual que unas espigas o un suelo sin barrer. La ropa tendida en la oscuridad es una quietud que sorprende. Y el vuelo de un pájaro solitario o de una multitud de aves, desvelan la profundidad de las sombras en el cielo al atardecer, sobre la negritud de los tejados.
Está la gran sombra del mundo urbano, de los edificios, rascacielos y paredes blancas. Hay sombras de paseantes, de una palmera, el sentido de quien pretende ser actor, la sombra de un gato negro o una pantera negra. En la lejanía del camino oscuro, puede ser un lobo o un zorro. Y así hasta el infinito, las farolas, las ventanas encendidas y el mundo que mantiene el silencio de su identidad.
Todo este mundo de imágenes, ha quedado sintetizado por el fotógrafo constructor de sombras, en un mundo muy personal y libre, donde la poesía está presente. Sus instantes decisivos forman parte de una trayectoria muy creadora y diversa. Infinita, a través de unas fotografías que atrapan a quien las observa de forma distraída, como si estuviera en la inopia.
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