El Arca secreta
«¿Existe? Sí… ¿Y dónde está?»
José Manuel Palma Segura
Periodista y teólogo
Viernes, 4 de julio 2025, 23:22
Quienes son asiduos a esta columna de opinión no se extrañarán cuando les diga que relatos bíblicos como 'La torre de Babel', 'Sodoma y Gomorra ... o 'El diluvio universal' nunca sucedieron históricamente. Son relatos etiológicos, cuyo objetivo principal es transmitir el mensaje que Dios quiere para su creación, valiéndose de los géneros literarios de la época correspondiente.
Hecha esta aclaración, les invito a que descubramos los entresijos del desconcertante relato del diluvio universal, con el que, al parecer, Dios arrasó con todo el mal que regía en los corazones de la humanidad, salvando a una pareja de cada especie animal, junto a la familia de un tal Noé.
Lo primero que llama la atención es la edad de este último: 600 años. Algo que asustaría a la mismísima Seguridad Social hoy en día. ¡Imposible! Y así es. En realidad, se trata de un adjetivo calificativo que alude a la integridad de Noé, mediante un juego de significados que posee cada número. Lo siento de veras, pero no puedo explicar dicha asociación por falta de espacio. Pero ahí queda eso.
También nos encontramos con el material del arca: madera de ciprés. ¡Menudo despropósito! Para que se hagan una idea, las maderas comunes en las embarcaciones son el cedro, el roble, la teka o el iroko. Maderas robustas e impermeables. Pero el ciprés, no. ¿Entonces, por qué pide Dios este material? Porque el autor sagrado no habla de un aspecto técnico, sino de un mensaje. El ciprés, según la cultura hebrea, alude a la vida eterna. Por lo tanto, esta emblemática embarcación es el transporte que conducirá a la creación a una nueva vida junto a Dios.
¿Y qué me dicen de las medidas del arca?: 150 metros de largo, 25 metros de ancho y 15 metros de alto. ¿No les llama la atención? Todas las cifras son múltiplos de 5. El número que alude a la presencia de Dios en la vida terrena: cinco panes y dos peces, el Pentateuco (los cinco estuches sagrados de la Torá) o las cinco piedras que utilizó David para vencer a Goliat. Así hasta 318 veces aparece el 5 en la Biblia. Por tanto, tenemos una construcción en forma de arca en la que Dios está presente (número 5) y con la cual se establece una conexión entre este mundo y la vida eterna (el ciprés; de ahí su ubicación en los cementerios).
¡Señoras y señores, vamos al más difícil todavía! Y es que, en la Sagrada Escritura no se habla de una pareja de cada especie animal, sino de siete parejas de cada especie. El 7 hace alusión a la perfección o a la creación. Y el 2 alude a la vida. De esta manera, uniendo ambos significados, nos encontramos con que los integrantes del arca representan a una creación con la que Dios infundirá una nueva vida que tendrá su inicio en la tierra.
¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo?... Pues en cada iglesia. Como lo oyen. Allí se encuentra el arca que conocemos con el nombre de sagrario. En él está la presencia real de Cristo (el número 5) que se hace alimento para llevarnos a la vida eterna, ya aquí en la tierra (el ciprés).
¿Y el agua del diluvio? Pues, a tenor de la cultura hebrea, el agua da vida y purifica. Aunque, también, destruye en grandes cantidades. ¿Dónde encontramos estos efectos? En el sacramento del bautismo: nos da la vida nueva en el espíritu (la paloma con el ramo de olivo); es decir, nos hace hijos de Dios. Y, por supuesto, nos purifica destruyendo el Pecado orinal. ¡Todo cuadra! Por eso, en este verano, les animo a que hagan el mejor crucero de sus vidas en sus parroquias a través del arca secreta: el sagrario.
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