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Javier Díaz Castro, catedrático del departamento de Fisiología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada (UGR), ha contado siempre que su gran ... vocación es la docencia. La formación de los estudiantes está en el epicentro de su vida universitaria. También desarrolla investigación de primer nivel, pero sin descuidar el aula. Este curso 2024-2025 ha enviado una emotiva carta a sus pupilos del grado en Farmacia y del grado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos. Pide perdón a los estudiantes y les da las gracias. No es habitual que se pidan disculpas, lo de los agradecimientos sí está más al orden del día.
En tiempos en los que las epístolas no están de moda, el profesor Díaz Castro reflexiona en un texto amplio sobre la importancia de incentivar las vocaciones y les anima a «demostrad vuestras múltiples capacidades, para cambiar la sociedad a mejor». Este viernes, día 30 de mayo, concluye oficialmente en la UGR el periodo de docencia del curso 2024-2025. Da paso al periodo oficial de exámenes (en facultades y escuelas ya ha habido evaluaciones) para los que Díaz Castro les desea suerte. La misiva de este año es especial a la de otros cursos.
Este catedrático imparte clases de Fisiología Celular y Humana del grado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos a sesenta estudiantes y en la asignatura de Fisiología clínica del grado en Farmacia a ochenta universitarios. La primera línea de ese documento es una apreciación para reflexionar para toda la comunidad educativa no solo la de su centro: «Últimamente estoy viviendo una situación curiosa en el aula». El profesor advierte que «vienen pocos estudiantes en comparación con otros cursos».
Observa, dirigiéndose a sus estudiantes, que «estáis sobreestimulados y con un futuro incierto en el mercado laboral, a los 18 años, os pedimos que elijáis un grado y vuestras motivaciones son variadas: prestigio, dinero y presiones sociales, pero ¿dónde queda la vocación? Muy pocos pensáis en desarrollar una profesión en la que os sintáis realizados, seáis útiles y felices, ya que, como decía Steve Jobs «El trabajo va a ocupar gran parte de tu vida. La única forma de estar realmente satisfecho es hacer aquello que crees que es un buen trabajo, y la única forma de hacer un gran trabajo es amar aquello que haces». Quien crea que es más digno una nómina abultada, que un trabajo en el que uno se sienta satisfecho, miente y se engaña». Y eso lleva a esta situación en las aulas, a su juicio. «A veces venís desmotivados. Y luego está el otro factor clave, nos creemos que nuestra asignatura es el núcleo central del conocimiento de un grado. Pero no lo es. No somos tan importantes. A los que habéis venido he intentado haceros conectar con la importancia de nuestra asignatura para desarrollar vuestra vocación, más que la profesión», considera.
En su escrito, el profesor Díaz no se rinde. «Por mi parte, pienso seguir poniendo toda mi energía en formar futuros profesionales y luchar para revertir esta situación. Sois jóvenes, tenéis talentos increíbles y os estamos preparando bien, pero nos falta encender la chispa de la vocación. Tenemos los conocimientos, tenemos las infraestructuras y vosotros y vosotras tenéis las habilidades y capacidad de superación, yo, intento hacer que 'os rente' la interacción en el aula. Por eso, yo que sé lo que es la vocación, pienso poner todas mis energías en hacerlos brillar para que hagan avanzar la sociedad», se compromete.
En esas líneas, entre importantes razonamientos, pide disculpas a su estudiantado. «Quiero pediros perdón si no he sabido transmitiros el conocimiento como esperabais, perdón si en ocasiones no os he atendido como merecéis, perdón si no he conseguido motivaros, perdón si no supe estar a la altura. Lo he intentado con todas mis fuerzas e ilusión. Tengo nuevo horario de tutorías: a partir de ahora, mis horarios se flexibilizan. Estaré encantado de hablar con vosotros y vosotras acerca de lo que queráis a cualquier hora, en cualquier lugar, incluso por vía telemática o redes sociales. Si puedo ayudaros en algo, contad conmigo, siempre», escribe el profesor.
Entre consejos para los exámenes y la vida, utilizando las enseñanzas de sus asignaturas, da las gracias por lo que ha aprendido en este año académico de sus estudiantes. «Gracias por cada sonrisa, que a pesar del agobio, me habéis dedicado. Gracias también por compartir vuestros momentos bajos conmigo. Os admiro. Sois increíbles», les dice.
Refiere a Bertolt Brecht y lo que dijo «hay seres humanos que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles». Para terminar dirigiéndose a sus estudiantes ensalzándolos: «Vosotros y vosotras sois los imprescindibles, con vuestra lucha vais a cambiar el mundo a mejor».
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