El mítico restaurante de Granada que cumple un cuarto de siglo
Los hermanos Óscar, Román, José Antonio 'Chiky', Sergio y Pepe continúan en el prestigioso restaurante de Huétor Vega el legado culinario de sus padres, Antonio Castro y Charo Herrera, que sigue en los fogones
Esta historia comienza hace 25 años. 25 años y un mes, exactamente, que corría mayo del mítico año 2000 cuando la familia Castro Herrera decidió cumplir el deseo del abuelo Pepe, comprando una casa en Huétor Vega que siempre le había gustado. Allí establecieron las bases de lo que hoy es Restaurante Ruta del Vino, uno de los más prestigiosos de la zona, con una oferta gastronómica diferente a la más tradicional, e igualmente exquisita, del entorno.
Ruta del Vino ocupa hoy 5000 metros cuadrados de finca con un gran aparcamiento, zona de juegos y campo de fútbol vallado para lo más jóvenes –y no tan jóvenes– y espacios variados y versátiles para disfrutar de una gastronomía excelsa en pareja, con la familia, con unos amigos y, también, para celebraciones más o menos concurridas. Hasta 400 comidas o cenas de una atacada se pueden servir en Ruta del Vino en fechas señaladas. Un espacio abierto y diáfano, cómodo, con separación entre mesas y en un entorno controlado para que la chavalería la pase de fábula mientras los mayores disfrutan de una velada sin prisas ni agobios, que no doblan turnos de comida.
Pero volvamos atrás en el tiempo. Antonio Castro conocía bien el sector de la hostelería a través de Los Pipos, uno de esos establecimientos que, si no has visitado, no puedes decir que seas de Granada. Allí estaba con sus hermanos hasta que decidió dar un paso lateral y dedicarse al pescado, pero desde otra óptica, montando un par de exitosas pescaderías que mantuvo 40 años en funcionamiento.



En un momento dado, Antonio y su mujer, Charo, pensaron que sería buena idea, ya que contaban con la mejor materia prima del mar, darle salida a través de un restaurante familiar para tapas y raciones, instalándose en Huétor Vega. «Fue una novedad en ese entorno, que hay excelentes restaurantes, pero más dedicados a las chacinas, la morcilla, el chorizo… Decidimos no trabajar por esa vía y nuestra carta incluye pescados, mariscos, carnes y producto de temporada como las habas y las alcachofas», nos explica Román Castro, hijo de Antonio y Charo y que, junto a sus cuatro hermanos, está al frente de Ruta del Vino.
Alcachofas, habas, patatas, tomates, boniatos... verdura fresca de temporada y siempre del terruño
«Seguimos comprando en origen y tres veces en semana nos levantamos a las 3 de la madrugada para ir a Mercagranada a comprar nuestro pescado, nuestra carne. Tenemos una gran experiencia y seguimos trabajando con nuestros proveedores de siempre. Tenemos acceso a los mejores pescados y mariscos a un precio excelente, lo que se refleja en la carta de nuestro restaurante. Eso hace que tengamos una clientela abundante y fiel», explica Román.
Que Óscar, Román, José Antonio 'Chiky', Sergio y Pepe, los cinco hijos de Antonio y de Charo; trabajen juntos y en buena armonía en el restaurante familiar es algo muy singular. ¿Cómo hacen para llevarse bien? «Respetando cada uno el trabajo de los demás y no metiéndonos en nuestras respectivas áreas de responsabilidad», explica Sergio Castro, el cocinero de Ruta del Vino junto a su madre Charo, que sigue en activo. «Compras, ventas, sala, contabilidad, cocina… en un restaurante como el nuestro hay mucho trabajo y la clave está en la especialización. A mí, por ejemplo, de siempre me gustó la cocina. Allá por el 2000, cuando mis padres abrieron Ruta del Vino, estaba terminando el Bachillerato y me picó el gusanillo. Es una enorme satisfacción dar de comer o cenar a 400 personas en un servicio y que salgan contentos y felices. Vuelves a casa con el pecho henchido de felicidad», explica Sergio.
¿Qué encuentra el cliente en su restaurante? «Sobre todo, ese pescado y ese marisco en el que somos especialistas», sigue explicando Sergio. «Es producto de calidad y tratamos de manipularlo lo menos posible. Apenas usamos salsas, por ejemplo. Nos gusta que el producto destaque con luz propia, a la plancha o a la brasa. Y no es fácil trabajar el pescado a la brasa. Un buen rodaballo, por ejemplo». Y el marisco, claro. «Una buena cigala, bogavante, gambas... nos encanta el buen marisco. Y el producto de temporada, siempre de esta misma zona. Trabajamos con proveedores locales del entorno.En febrero empiezan las alcachofas, que van bien con todo, y las tenemos hasta la temporada de comuniones. Luego llegan las habas, que son muy demandadas. Y ahora le toca el turno a las patatas, que también tienen mucha aceptación de mil maneras diferentes, como esos huevos rotos... Luego, los tomates, que son feos a la vista, pero tan sabrosos que no necesitan ni sal. Y en septiembre, los boniatos».
El producto luce espectacular, siempre fresco en las vitrinas, a las que han añadido una cava para el vino, que tienen referencias muy interesantes tanto de Granada y Andalucía como de otras partes de España, con especial cuidado por los cavas, como ahora veremos.
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