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La operación Topera-Tuti, en la que se desmanteló una organización criminal «de alta peligrosidad» presuntamente dedicada al tráfico de armas de guerra, sigue adelante ... con una importante novedad. Una cuarta persona ha sido detenida esta semana después de entregarse él mismo en un cuartel de la Guardia Civil. Estaba en busca y captura desde el pasado mes de febrero, cuando se produjeron los registros. El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Loja ha acordado su puesta en libertad provisional.
El individuo, defendido por el abogado Mario Jardo, se entregó el pasado miércoles y pasó a disposición judicial el jueves, tal y como han corroborado fuentes de la Benemérita a este periódico. Se acogió a su derecho a no declarar y fue puesto en libertad. Está siendo investigado por la presunta comisión de los delitos de pertenencia a organización criminal, tráfico de drogas que no causan un grave daño de salud y tenencia, tráfico y depósito de armas, al igual que el resto, según explican fuentes del TSJA. Con este son ya cuatro las personas investigadas en el caso. Aunque los tres primeros detenidos ingresaron en prisión, finalmente uno de ellos fue puesto en libertad provisional, por lo que solo permanecen dos entre rejas.
La operación, que fue adelantada por IDEAL, está siendo coordinada de forma conjunta por Guardia Civil y Policía Nacional. El día clave fue el pasado 20 de febrero, cuando se produjeron diversos registros domiciliarios en Loja, Moraleda de Zafayona y Granada, con decenas de agentes desplegados. Como resultado, se detuvo entonces a tres personas, a las que ahora había que sumar un cuarto investigado. La organización criminal, de alta peligrosidad, tenía ramificaciones en Granada, Córdoba y Jaén, aunque el centro de operaciones estaba en la provincia nazarí.
Al parecer, adquirían las armas en España y después las revendían a otros grupos dedicados al narcotráfico «para cometer delitos de extrema gravedad», tal y como explicaron las autoridades posteriormente en rueda de prensa. Los precios de venta oscilaban entre los 6.000/7.000 euros para una pistola o los 10.000/11.0000 euros para un fusil de asalto. Algunos de los compradores las emplearon en tiroteos registrados en Andalucía y así fue cómo los investigadores comenzaron a tirar del hilo, puesto que comprobaron que la munición había sido suministrada desde Granada.
Los investigadores incautaron durante los registros tres fusiles de asalto, un subfusil, seis armas cortas, una escopeta semiautomática, un chaleco antibalas, un kit de conversión pistola a subfusil, dos pistolas simuladas, un cañón de pistola, una granada simulada, una carabina de aire comprimido, diversos cargadores de fusiles de asalto, subfusil y pistola de alta capacidad, así como abundante cartuchería metálica y no metálica. Además, intervinieron más de 60.000 euros en metálico y desmantelaron dos plantaciones indoor de marihuana.
En el registro de una chabola en Granada, concretamente en Molino Nuevo, los investigadores descubrieron debajo de ella una galería de tiro clandestina a la que se accedía tras descender hasta tres niveles bajo tierra, realizada a mano y de forma rudimentaria utilizando herramientas básicas con el fin de no alertar de ningún tipo de obra subterránea. Los delincuentes se apoyaron en terceras personas para su construcción, la cual llevaron a cabo por la noche. Es peligroso acceder a ella, ya que podría derrumbarse, y está pendiente de ser destruida.
Según detallaron las autoridades, se trata de la primera galería de tiro localizada a una organización criminal en España. Era utilizada para la prueba de las armas adquiridas y posterior venta a otras organizaciones criminales y grupos delictivos, teniendo una gran profundidad y perfecta ubicación con el fin de evitar que el sonido de las detonaciones de las armas de fuego alertase a vecinos y fuerzas de seguridad. También colocaron colchones para disimular el ruido; eran muy cautelosos con las medidas de seguridad. Inclusive y durante el registro de la estancia, los agentes observaron cómo en la misma se encontraron varias balas incrustadas en la pared de tierra, así como otros numerosos indicios de un uso actual y habitual de la galería.
Asimismo, las armas eran ofertadas a través de aplicaciones de mensajería móvil seguras donde ofrecían diversas armas de guerra (fusiles de asalto, subfusiles, pistolas automáticas), escopetas policiales, municiones, cargadores, chalecos antibalas y otro tipo de material táctico. Una vez se hacía el primer contacto con el potencial cliente y los investigados se cercioraban del interés sobre sus productos, los miembros de la organización grababan vídeos probando las armas para demostrar su buen funcionamiento. Incluso, en alguna ocasión, citaban a los posibles compradores para que ellos comprobaran in situ la efectividad de su mercancía.
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