La receta infalible del Chiringuito Flores para encontrar buenos camareros
Gracias a medidas como pagar salarios por encima de convenio y cerrar por las noches en el emblemático establecimiento de playa de Salobreña no sufren los problemas de personal del sector
Francisco Javier Rodríguez Real echó los dientes en el Chiringuito Flores de Salobreña, propiedad de su familia desde hace cincuenta años. El empresario, que ha ... cumplido 41 años y está al frente del negocio desde los 25, lleva en vena la hostelería porque la ha mamado desde pequeño. Pero también la ha sufrido, por la ausencia de sus padres a los que siempre vio «matarse a trabajar» en el chiringuito.
Javi recuerda que llegó a jugar en Tercera división y sus padres nunca pudieron ir a verle un partido. «Yo era el niño que iba a la feria con los padres de sus amigos porque los míos tenían que estar en el chiringuito. Me prometí a mí mismo que a mis hijos los llevaría yo», recuerda el empresario, que lo está cumpliendo a rajatabla.
Habla de sus padres, que ya le faltan, con adoración, pero también con el convencimiento de que aquel concepto de hostelería esclava que ellos vivieron debe pasar a la historia. «Ni la quiero para mí ni la quiero para mis trabajadores. Hay que desterrar esas situaciones de profesionales reventados porque entraban por la mañana y salían a las dos de la madrugada. Defiendo una hostelería saludable y con empleo de calidad», asegura convencido el empresario salobreñero.
«Mis padres vivieron esclavos del chiringuito, no quiero esa hostelería antigua para mí ni para mis trabajadores»
Javier Rodríguez Real
Propietario del Chiringuito Flores de Salobreña
Estabilizar su plantilla y mantenerla todo el año y dejar de dar cenas, para que los trabajadores puedan conciliar -el restaurante cierra por la noche- son las recetas que ha aplicado para atraer y retener el talento. Y asegura que le están funcionando. «Hay que valorar si quieres más dinero o quieres poder vivir y yo lo tengo claro», asegura el empresario, que tiene dos hijos.
Los mejores
En su opinión, el gran quebradero de cabeza de la hostelería con la falta de profesionales se podría solucionar con la fórmula que él aplica: sueldos por encima de convenio y buenas condiciones. «Si pagas bien y cierras por la noche se te ofrecen los mejores profesionales», asegura el empresario, que está convencido de que «con empleo de calidad la gente sí quiere la hostelería».
Una fórmula que parece sencilla sobre el papel pero que no todos los negocios se pueden permitir. Para aplicarla es fundamental que el restaurante funcione y tenga beneficios. «Mis trabajadores están comprometidos y responden. Saben que tienen que vender y que si en vez de treinta mesas podemos servir cuarenta va a ser mejor para todos. Estoy orgulloso de una plantilla en la que puedes confiar», esgrime.
En el Chiringuito Flores trabajan 24 profesionales. «Son de distintas nacionalidades y la mayoría con mucha antigüedad: Mi cocinera lleva 19 años, no le tengo que decir nada, ella lleva la cocina con absoluta autonomía», señala. «Ninguno se quiere ir porque aquí viven tranquilos y yo puedo confiar en ellos. Tengo clarísimo que el capitán puede ser muy bueno, pero como los marineros no quieran remar no tienes nada que hacer. Estoy agradecido porque si el negocio va bien es por ellos», concluye.
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