
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Fue a finales de los años noventa cuando en Alfacar, un pequeño pueblo cerca de Granada capital, se expandió el miedo a los «locos». Así ... se llamaba entonces a las personas con problemas graves de salud mental. El Gobierno de España había cerrado los manicomios hacía menos de una década y en la provincia de Granada muchas personas requerían atención. Su destino estaba allí, al menos, de forma provisional.
La Reforma Psiquiátrica, que se materializó con la Ley General de Sanidad de 1986, cerró para siempre los internados psiquiátricos, donde se aislaba a los que estaban «locos» o «poseídos». Los tratamientos durante el encierro, a menudo sin fin, eran cuanto menos cuestionables. En algunos, ni siquiera se respetaban los derechos humanos. Hasta que cambió el paradigma y la asistencia sanitaria a estas personas pasó a ser comunitaria, más amable, más humana.
Juan Caballero
Exalcalde de Alfacar
Para ellas, para tratar sus trastornos, se presentó una oportunidad en Alfacar. «Andábamos haciendo panes, como es normal, cuando empezó a correr el rumor de que habían comprado unas viviendas muy grandes para convertirlas en un centro para locos», recuerda el entonces alcalde del municipio, Juan Caballero, en el 25 aniversario de la semilla que se sembró.
El plan era abrir una comunidad terapéutica de salud mental. Detrás estaba la Fundación Pública Andaluza para la Integración Social de Personas con Enfermedad Mental (Faisem). Pero en este pueblo «tranquilo, de trabajadores, que no da una mala noticia», no todos lo tomaron a bien. Cuenta el exedil que, «una mañana, las calles amanecieron repletas de unas octavillas sin pie de firma, clandestinas, diciendo que iban a venir locos peligrosos y que iba a haber muchos problemas de seguridad».
Los vecinos de Alfacar se alarmaron ante aquellos presagios, tanto que el responsable de la Federación Andaluza de Allegados de Esquizofrénicos, Sebastián Cuesta, optó por hacerles una visita. En el Ayuntamiento, «no se sabía qué iba a pasar, cómo se iba a hacer». Fueron «muchas» las preguntas y las reuniones que se hicieron.
«Nos explicaron cómo iba a funcionar, a qué tipo de personas iba a atender, cuál iba a ser el papel de los profesionales... Y nosotros hicimos todo lo posible para darles todos los recursos necesarios para que estuvieran bien atendidos», afirma Caballero. Así, los vecinos se tranquilizaron y los usuarios desembarcaron en Alfacar.
Compartían cafeterías, tiendas y plazas día tras día. De hecho, cuando dos décadas después (en 2021) se anunció el traslado de la comunidad terapéutica al antiguo Clínico, en el centro de Granada, el pueblo ensombreció en cierto modo. Con el paso del tiempo, habían establecido un vínculo. Sabían que los echarían de menos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.